7 increíbles artistas que viven o vivieron en Morelos
Muchos pensadores, escritores, pintores y hasta padres de la ciencia han vivido en Morelos; un lugar que, suponemos, los hechizó sin remedio. Varios recordados y hasta homenajeados, y en ocasiones sus casas se mantienen como estructuras de memoria que guardan el legado de estos personajes. Otros pasaron un tanto desapercibidos en su momento, pero hoy son parte de la historia morelense que aquí traemos a colación.
En breve te presentamos a las más destacadas de estas figuras.
Psicólogo de origen alemán, Erich Fromm vivió en Cuernavaca en la década de los cincuenta, lugar en donde escribió El arte de amar antes de ir a la capital y fundar la Sociedad Mexicana de Psicoanálisis. Fromm se dedicó a estudiar en Xochitepec el carácter social de los campesinos de Choconcuac, alternando sus estancias en dicho estado y en su casa de Cuernavaca, donde vivió durante 25 años, practicando ejercicios de respiración budistas cada mañana.
Amigo de Fromm y residente permanente de Ocotepec, este pensador y filósofo itinerante de origen austríaco ayudó al psicólogo alemán a estructurar el proyecto del desaparecido Centro Intercultural de Documentación. Iván Illich es actualmente una figura homenajeada en Cuernavaca, ciudad donde dejó un gran legado de humanismo radical.
Algún día este prolífico escritor, autor de la reconocida novel Bajo el volcán, dijo que tuvo la inmensa fortuna de ser un morelense adoptivo y escribir sus libros en medio de la paz y la belleza de la ciudad de Cuernavaca. Su novela se ambienta en dicha ciudad, en la época de la expropiación petrolera. Lowry vivió en lo que hoy es el Casino de la Selva a finales de 1936, instalándose posteriormente muy cerca de la Casa de la Bola.
Este genial compositor mexicano, oriundo de Sonora y galardonado en 2009 con el Premio Nacional de Bellas Artes, eligió desde hace casi diez años vivir en Cuernavaca. En Morelos ha tenido grandes participaciones en conciertos, como el dedicado a la Revolución Mexicana por la Orquesta Filarmónica de las Américas, así como presentaciones e, incluso, apadrinando jóvenes músicos de Tepoztlán. Para Márquez es posible transformar Morelos por medio de la música, y esa ha sido su manera de retribuir al estado su hospitalidad.
Este pintor y militar nació en Chihuahua, pero vivió en muchos estados de la república e incluso en otros países como Chile y Cuba, en los cuales pasó un tiempo de su exilió. Fue Cuernavaca en donde pasaría sus últimos años, ciudad en la cual ya había trabajado en el mural de la Sala de Convenciones del Hotel Casino de la Selva. Volvería a Cuernavaca a pasar los últimos nueve años de su vida en la casa-estudio que él mismo diseño y que hoy se conoce como La Tallera, un impresionante museo y centro cultural en el corazón de la ciudad.
Este otro ícono de la pintura en México, que realizó más de mil 300 óleos, fue también un gran viajero. Sin embargo, uno de los estados que adoptó como hogar fue Morelos, viviendo en una calle de Acapantzingo, un lugar de bugambilias incontenibles y olor a madre selva donde vivió el mágico Tamayo, en una calle que hoy lleva su nombre.
Una desconocida pero importante figura de la ciencia: Grinberg fue un mexicano apasionado de la conciencia y editó más de cincuenta libros de estudios al respecto. Tuvo su casa de campo en el estado de Morelos, a donde acudió con su esposa Teresa hasta su misteriosa desaparición en el año de 1994, antes de viajar a Nepal.
Estrella del cine de oro, sonorense de nacimiento y morelense de corazón, María Félix tuvo su villa en Cuernavaca, que bautizó “La Casa de las Tortugas”. Se trata de una hermosa estructura construida por el arquitecto Pepe Mendoza y que es todavía un gran homenaje a los reptiles que tanto gustaban a la actriz.
Natural de Iowa y residente durante unos años de Venecia antes de trasladarse definitivamente a Cuernavaca en 1962, la casa donde este pintor y diseñador vivió es actualmente un museo que lleva su nombre. Ahí se exhibe su colección particular que recoge obras de Rufino Tamayo, Frida Kahlo, Miguel Covarrubias y otras piezas que suman un total de 1300, distribuidas en las catorce habitaciones de la enorme casona naranja que remodeló durante 24 años.
Rivera residió en Cuernavaca cuando, por encargo del embajador Dwight Morrow, pintó los murales existentes en el Palacio de Cortés. El extravagante muralista se hospedó en una casa en la calle que actualmente se llama Rufino Tamayo, donde convergían otros artistas de su talla.