Con una variedad de ecosistemas apabullante y tres climas principales en el norte, el centro y el sur, Morelos es una tierra privilegiada.
Tal vez por eso históricamente se ha mantenido aquí una relación íntima con naturaleza, ya sea con sus montañas, cuerpos de agua, o a través de la siembra y el cultivo, los morelenses destacan por su envidiable sintonía con los recursos del lugar.
Plantas de un verde fugaz, nochebuenas que encienden de rojo los campos y flores cuyos colores animan el espíritu; además, distintos cultivos como el del higo, con sus degradados que van del verde al morado y al negro, el amaranto y sus hermosas variaciones, la cebolla, de limpio y elemental blanco, son algunos de los colores que surgen del territorio morelense.
En sus tonos fríos o calientes, claros u oscuros, lo cultivado en este estado es también una inspiración, un goce estético e incluso un detonante de sentimientos, pues sabido es que a cada color nuestro estado anímico le asigna un humor. En Morelos el paisaje es color, pero es también trabajo, dedicación y, en resumen, es la evocación de un espíritu tan digno como vistoso.
¿La prueba? Vean estas imágenes…