Durante sus expediciones de conquista, realizadas en 1496, Moctezuma se quedó maravillado de Oaxtepec por su belleza natural. Tanto que, seducido por sus tierras, realizó lo que sería el primer jardín botánico del mundo. Aquí no sólo se encargaría de traer muchas de las especies más exóticas de ese entonces, sino que entregaría cuerpo y alma a su construcción.
La devoción de Moctezuma comenzó cuando vio en estas tierras un potencial único y que nadie más había visto: la posibilidad de que esta zona fuera un hermoso jardín. De esta manera, el emperador, inspirado por sus sueños, comenzó una empresa única y que lo volvería visionario. Empezó a mandar mensajeros a distintos partes del imperio mexicano. Su objetivo, conseguir las plantas y flores más exuberantes y exóticas que hasta ese entonces se habían conocido. Pronto, las prometedoras tierras de Oaxtepec no tardaron en convertirse en un esplendoroso jardín botánico, donde todos querían hospedarse.
Diferentes emperadores aztecas usaron este paraíso como lugar de retiro o esparcimiento. La maravilla y admiración que inspiraba en sus visitantes provocó la supervivencia de este jardín por mucho tiempo. La razón: la admiración que la belleza despertaba en invitados o extranjeros de la región. El más emblemático, y el último, fue Cortés, quien al conocer el jardín lo elogió con sumo entusiasmo.
Lamentablemente, no se sabe qué sucedió con este hermoso lugar y tampoco hay un registro gráfico de la zona. Aunque, es muy posible suponer que se asemejaba a los jardines de Tenochtitlán, también conocidos por su encanto. De todas maneras, en las tierras de Morelos hay una prueba indiscutible de la seducción de este jardín: la belleza propia de la tierra.