Nuestro fantástico modelo de turismo está cambiando el panorama en todo México
9 / enero / 2018

Morelos se guarda mil encantos; lo mejor, es que sabe cómo compartirlos…

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Todos los pueblos de México son mágicos. Cada uno se guarda curiosidades preciosas y tradiciones que han encontrado camino a través del tiempo. Y aunque las costumbres se erosionan y varían, los pequeños detalles cotidianos se mantienen cerca de sus profundas raíces.

En Morelos habitamos 33 territorios que desbordan manifestaciones culturales, frente al escenario de una inmensa riqueza natural. Y, ante un panorama que supone que el desarrollo es siempre industrialización y tecnologización; nuestro delicado equilibrio entre lo rural y lo urbano, demuestran que el mundo aún se puede presumir diverso.

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La diferencia tal vez está en que los morelenses procuran hacer honor a su herencia identitaria, pues saben que la transmisión de saberes entre generaciones refresca constantemente el vínculo vital con el propio territorio. Las artesanías, la gastronomía, las danzas, el arte, la poesía y hasta la arquitectura son reflejo del entorno que las envuelve. Esta conexión que se procura con la tierra y todo lo que en ella florece es atesorada y una parte del Morelos de siempre se mantiene viva.

En ese sentido, los destinos que se encuentran dentro del margen de la geografía morelense son muy especiales y no es una completa sorpresa que tantas personas quieran venir a visitarlos. Para celebrarlo, se ha otorgado la figura de Pueblos con Historia y Tradición a los territorios que resguardan con cuidado estos anclajes culturales entre pasado y presente.

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Similar a la figura de Pueblos Mágicos, los municipios con este título reciben financiamiento e infraestructura para recibir turismo en enormes cantidades. Por supuesto, la práctica tiene que llevarse a cabo de manera sustentable, porque sin la conservación del patrimonio cultural y la naturaleza, sería absurdo esperar viajeros. Esta visión del turismo que pretende rescatar las expresiones locales, en lugar de imitar los complejos internacionales (como las grandes cadenas de hoteles, que son idénticas en todos lados), apunta por la conservación y no por la explotación.

Le llaman “industria sin chimeneas” a esta práctica económica, porque la derrama de capital que deja tras de sí es inmensa; pero, además de no contaminar, tampoco arrasa con las formas de vida que la sostienen, al contrario, les da cabida. Mientras que la industria ordinaria parece vivir de la homogeneización; el turismo sustentable nos propone diversidad.

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La visión que sostiene Pueblos con Historia y Tradición es alternativa y, más que como un incentivo para los pueblos, se presenta como una regalo o recompensa. En Morelos ha sido muy exitoso el modelo. Totolapan, Zacualpan de Amilpas, Atlatlahucan, Tlaltizapán y Yecapixtla son los municipios que se han ganado esta figura. Pero el plan es que más municipios puedan llevar la insignia y, eventualmente, el modelo sustentable se replique en todo el país.

No olvidemos, por otro lado, que la conservación no sólo depende de quienes habitan un territorio. Los turistas (que aquí preferimos llamar viajeros) comparten responsabilidades, cuando se trata de mantener un espacio sustentable. Morelos te abraza con sus tradiciones, si tú te permites recibirlas…

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