De entre las grietas que dejó —en estructuras y corazones— el sismo del 19 de septiembre, floreció en Morelos el color sobre la ruina gris.
La energía juvenil encontró en trazar y pintar la oportunidad de ayudar, a su manera, a levantar la comunidad de Axochiapan de Quebrantadero. La zona de desastre fue su gran lienzo, y su esperanza era que con imágenes, palabras y color pudieran aportar algo a los poblados.
Pinceladas curativas de trabajo colectivo
De entre todo el caos, los escombros, las necesidades y tristeza, surgió una propuesta creativa donde todos se involucraron. Pintar sirvió de catarsis a los habitantes para expresar los sentimientos que dejó aquel minuto telúrico que les cambió la vida.
Queremos que sea un monumento para que el pueblo tenga una imagen distinta de todo lo que hay alrededor
comentó uno de los jóvenes de la Brigada Color y Alegría, que es un grupo conformado por jóvenes quienes, junto con el Centro de Arte y Cultura Ambiental Quebrantadero, la Comparsa Branteña y el grupo Verano Activo Axochiapan, llevaron este proyecto.
Los resultados en Axochiapan fueron reveladores y deslumbrantes, como expresa una de sus habitantes: “Me vinieron a dar una alegría” dice, viendo un mural en la fachada de su casa.
En los murales vuelan letras en cielos azules, entre fauna y vegetación: son palabras de solidaridad que transmiten esperanza. Y sobre lo destruido se detonó la creatividad de niños y adultos, resultando en sonrisas y ganas de salir adelante.
Actualmente estos murales siguen siendo un recordatorio de la fuerza de esta comunidad, que resultó gravemente afectada tras el sismo de 7.1 del 19 de septiembre y que dejó centenas de muertos y miles de damnificados.
También es un recordatorio de la vitalidad y solidaridad de los jóvenes morelenses que así ayudaron a volver a erigir este bello municipio, lleno de tradición y cultura, en el cual aún queda mucho por hacer.