Tepoztlán es un delicado entramado de ritmos. En su día a día, se desenvuelve con calma. Empieza despacio y el trabajo duro es repetitivo, artesanal. Pero, cuando se trata de fiesta, los cantos, los cohetes y la banda desdoblan la delicadeza y nos hacen rendirnos ante el jolgorio, el brinco y el rico menear de las caderas. Muchos buscan este espacio por sus cualidades místicas, su halo sagrado, que permite reconectar con una divinidad oculta. Pero Tepoztlán esconde un ritmo secreto, que sólo pueden presenciar los que se entregan a lo extremo: la velocidad y la aventura.
Esta maravilla visual es parte de la memoria del Down Tepoz, evento competitivo de uno de los deportes más intensos e increíbles. El “downhill biking” es una variante del ciclismo de montaña, que involucra caminos sinuosos y llenos de obstáculos, especialmente planeados para que el competidor deleite al público con brincos extremos. Tepoztlán fue escenario de la competencia y demostrando que no sólo es como lo cuentan…
¿Habías visto Tepoztlán así? Interrumpido por una bicicleta a toda velocidad, que se decide a explorar las delicias de descender de la montaña. Esta intercala en su camino los delicados y silenciosos entornos naturales y el denso y calmado transitar por el pueblo. Se respira en esta veloz visión, la frescura del aire local y nos enseña que este lugar es mucho más que lo reconocido y afamado. Sólo tienes que atreverte a exporarlo de otra manera.