El centro de Cuernavaca es un corazón que palpita con fuerza, y que representa lo vivo de esta ciudad.
Y es que las plazas, calles y locales de ese corazón fungen como sus venas vitales. Por ahí transitan miles de personas cada día, y su valor cultural y económico es insustituible. A partir de eso se puso en práctica un proyecto arriesgado pero interesante: la Ecozona de Cuernavaca, ¿ya la conoces?
Esta propuesta es única en México y, de hecho, en toda América Latina. Se trata de vincular las ciudades con lo ecológico o, más aún, de hacerlos sinónimos; algo complejo, pero que la Ecozona ha demostrado posible. Con la ayuda del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, la Ecozona Cuernavaca ha podido elaborar diversas soluciones sustentables para poder mantener un equilibrio entre el crecimiento de la ciudad y el medio ambiente. Pero, ¿por qué esto es importante para la Plaza de Armas y todo lo que rodea al centro histórico?
El legado cultural
Desde hace siglos, el centro histórico de Cuernavaca ha sido un lugar de suma importancia para todo México. En la actualidad se trata de un pasaje cultural de mucho valor histórico pues, por un lado, tenemos el edificio civil más antiguo de América: el Palacio de Cortés y, por otro, la catedral de Cuernavaca, donde se cuenta un poco de los sincretismos característicos de la historia mexicana. Estos valiosos lugares comparten el centro histórico con dos importantes recintos: el Museo de Arte Popular (MAP), donde se promociona y difunde la artesanía del estado —así como la posibilidad de aprender a hacer diversos objetos—, y el Museo Robert Brady, quien fuera un importante coleccionista cuya casa es hoy un gran escaparate de arte mexicano.
Todo esto, junto con los tesoros gastronómicos que pueblan esta zona —desde tacos de canasta hasta comidas corridas y chocolaterías— la hacen un patrimonio único y de mucha riqueza y diversidad. Y ahí reside una de las cuestiones claves que llevó a múltiples actores sociales a impulsar la Ecozona.
¿Qué hace ecológico a este proyecto?
Los centros históricos suelen ser, en general, zonas de mucha densidad, destacando sobre todo su población flotante y la circulación, en sus calles y avenidas, de muchos transportes contaminantes. La idea es mantener la movilidad, pero reducir la contaminación, recuperar los beneficios del medio ambiente en este sitio y apoyar actividades económicas que tengan como eje central, mejorar la vida de todos.
Así, desde autoridades como la Comisión Estatal del Agua, hasta una serie de centros de investigación como el Centro Nacional de Salud Pública, el Centro Mario Molina, la Agencia de Cooperación Alemana, la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), y otras, se dieron a la tarea de elaborar las ideas adecuadas para ponerlas en práctica.
De esta manera, el centro histórico conserva su esencia, pero gracias al proyecto de la Ecozona ha sido posible hacerlo un lugar con cultura peatonal —como el caso de la calle Guerrero—, con una excelente calidad del aire, así como un manejo sustentable de los deshechos sólidos y un uso responsable del agua, todo lo cual ha dado como resultado una reconversión completa del espacio público, transformándolo radicalmente en beneficio de todas y todos.
Lo cierto es que la funcionalidad positiva de la Ecozona depende de lo que los propios habitantes de Cuernavaca hagan de ella. Es gracias a un esfuerzo en común —que incluye a la sociedad— que este lugar está floreciendo, haciéndolo una zona urbana sustentable, hermosa y, aún, llena de historia.
No dejes de pasearte por aquí y conocer sus muchos secretos, anécdotas, leyendas y una propuesta urbana contemporánea y sustentable.
