Huehuenches: una de las tradiciones más curiosas de Morelos (y de México)
Como casi todas las tradiciones morelenses –y mexicanas– el día de la Candelaria se guarda referentes prehispánicos. Mientras que la fiesta del 2 de febrero es una celebración con orígenes cristianos, no ha podido evitar combinarse con antiguos rituales; nuestro favorito: comer tamales y beber atole.
Imagen: Mexico Cooks!
En el día de la Candelaria se recuerda el momento en que –según el antiguo testamento– la Virgen María presenta al Niño Jesús en el Templo de Jerusalén y es purificada después del parto. Se llama “Candelaria” porque refiere a las Candelas, las luces que iluminan el mundo con la llegada del niño. Sobra decir que, para la comunidad que lo celebra, este es un momento de extremo júbilo.
Niño Jesús vestido de chinelito. Fotografía: Guillermo Bautista.
Así, el 2 de febrero, cada familia presenta a su propio Niño Jesús en su iglesia, para que este tome la misa y después, se le coloca en el lugar de la casa donde permanecerá el resto del año. En México, la fiesta está muy ligada a la cultura del “compadrazgo” y por eso, en realidad, los rituales comienzan desde el día en que se parte la Rosca de Reyes. El delicioso pan se comparte con la familia y amigos y, quien saque el muñequito blanco, apadrinará al Niño de la casa.
Imagen: Especial.
Las responsabilidades del compadre son muchas y aún en muchos sitios de México –como en Morelos– no se toman a la ligera. Entre otras labores, al padrino le toca vestir al Niño Jesús con las galas que lo adornarán durante la misa y, además, le toca ofrecer una merienda festiva. Aquí entran los deliciosos y esperados tamales.
Imagen: The View From Great Island.
Este platillo de orígenes prehispánicos –icónico de la tradición culinaria en Morelos– se come el 2 de febrero pues la fecha también marca el inicio del año mexica. En las celebraciones de esta antigua cultura se acostumbraba ofrendar a los dioses tamales y otros alimentos de maíz; pues, según su cosmovisión, de este fruto se hicieron los humanos. En algunas regiones, la gente lleva a bendecir mazorcas, para, con los granos, comenzar la siembra del nuevo año; pero si no es así, los tamales quedan como signo de estos rituales.
Se cree que los tamales se originaron entre el 800 y el 500 a. C. El nombre es una variación de tamalli, que significa “envuelto”. Según el cronista fray Bernardino Sahagún los tamales eran una comida muy especial, usada en rituales y ofrendas a los muertos. Había dulces y salados; rellenos de carne de animales como pavo, iguana, ciervo, pescado, rana y ajolote; otros con huevo, frutas, frijoles y miel. Fueron los españoles los que añadieron manteca de cerdo a las recetas locales y, en la remezcla se transformaron en los tamales que compartimos hoy. Lo que no se perdió definitivamente fue la amplia variedad de sabores.
Tamal negro, hecho con cenizas. Imagen: twimg.com
En Morelos tenemos muchísimas; algunas endémicas y otras que adaptan las recetas de otros estados de México. Son famosos el tamal de pescado de Coatetelco; el de elote en Xochitepec; el de ciruela silvestre en Jojutla; los de flor de colorín en Tepoztlán, y hasta unos dulces deliciosos, originarios de Michoacán, que en lugar de maíz llevan harina de trigo, llamados tamales canarios.
Tamal canario. Imagen: Cocina delirante.
Si ya se te antojaron, te invitamos a probarlos en la Segunda Feria del tamal de Morelos que celebra el día de la Candelaria. La fiesta no se trata solo de deleitar al paladar y honrar a nuestra muy extensa gastronomía; también te invita a avivar el espíritu familiar que le da sentido a las preciosas tradiciones.
2 de febrero, de 9:00 a las 15:00 horas en la Plaza de Armas, Calle Miguel Hidalgo s/n, Centro, Cuernavaca.
Imagen destacada: Serious Eats.