Entre las joyas de nuestra tradición oral, destacan las leyendas –heroicas y románticas– de nuestros héroes mitológicos. Pero también hay algunas terroríficas narraciones que se han quedado con nosotros desde hace muchas generaciones. Algunas sólo asustan; otras nos dan buenas lecciones de vida, y las más antiguas nos cuentan un poco de historia, pues más de una está basada en hechos o personajes pasados. Te presentamos 6 verdaderamente espantosas.
La dama de los espejos
Una mujer muy vanidosa, que había sido muy bella durante su juventud, se encontraba en su lecho de muerte. Antes de partir le pidió su marido un último favor: que recubriera su tumba de espejos.
Cuando era joven se sentaba frente al espejo y se peinaba por largas horas, admirando su inmensa belleza. Así, quería representar eternamente su precioso aspecto en el sitio que guardaría su cuerpo para siempre.
El marido lo hizo y la tumba aún puede ser visitada en el Panteón de la Leona en Cuernavaca. Y aunque el cuerpo de la mujer ya está derruido, parece que su espíritu se rehúsa a perder el encanto.
Se cuenta que cerca del Día de muertos, aún se le puede ver merodeando entre su brillante sepulcro. A veces detiene a un taxi, para que la lleve a casa; pero desaparece cuando se baja del vehículo, dejando a los conductores embelesados y completamente aterrorizados.
El terrible cuento del “El Choco”
La ex Hacienda de Coahuixtla solía ser un sitio precioso; una de las haciendas más abundantes y prósperas de la región. Ahí trabajaba una mujer hermosa a la que muchos jóvenes trataban de conquistar, sin éxito. Ella era más bien reservada. Hasta que un día, cuando terminó de bañarse en un río, se encontró con un extraño hombre montando un caballo negro.
Como todos los demás, él trato de seducirla. Al principio ella lo rechazó, pero volvió a verlo en repetidas ocasiones. El tipo de mucha labia y, además, extremadamente atractivo, terminó por conquistarla.
Unos meses después la chica estaba embarazada. Nació así un precioso bebé; pero a ella –extrañamente– su hijo la ponía muy nerviosa, parecía estar muy atento de todo lo que ocurría su alrededor, como si lo entendiera. Además, era inusualmente hábil.
La familia de la joven decidió bautizarlo y la madrina designada lo llevó con ella hacia la iglesia; pero a medio camino, al cruzar el río donde los padres del bebé se habían conocido, este empezó a reírse. El sonido de su carcajada era aterrador. Después con una lúgubre voz le anunció a la madrina, que lo tenía en brazos: “voy a asesinarte”. Antes de reaccionar, ella murió y el bebé desapareció. Se cuenta que, desde entonces este personaje diabólico, El Choco, ronda las ruinas de la hacienda. Se la ha visto jugando con huesos, riéndose estruendosamente. Algunos dicen que se han encontrado con un pequeño bebé abandonado en el sitio y se lo llevan, para rescatarlo, pero, mientras lo cargan los brazos les arden y, de pronto el bebé desaparece y su piel está llena de feas mordidas.
La Leyenda de “El Plateado”
Esta es la historia de Don Manuelito, un hombre que disfrutaba mucho de los licores (¡y con toda razón! pues en Morelos tenemos un riquísimo pulque y deliciosos curaditos de Zacualpan).
Caminando (ya medio enfiestado) por el cerro del Texcal, se encontró con El Plateado, un hombre montado en un caballo negro, vestido con un traje plateado y adornos de plata.
El extraño jinete le dijo que no se espantara y lo invitó a una cueva en donde guardaba múltiples tesoros. Don Manuelito aceptó y al llegar fue sorprendido por miles de ollas llenas de monedas de oro y de plata.
El misterioso hombre le dijo que tomara todas las que le cupieran en las manos. Y así, con la fortuna regalada volvió el Don a su casa, donde contó la historia. Cuando se corrió el chisme, unos vecinos le exigieron compartir el tesoro y le pidieron que los llevara a la cueva.
A regañadientes Manuelito aceptó. En el camino, uno de los hombres, el General Izquierdo, decidió detenerse a descansar. Cuando volvieron por él, lo encontraron muerto.
Los demás acusaron a Manuelito, pensaron que no quería compartir la riqueza. Casi lo fusilan, pero por falta de pruebas lo dejaron ir. Desde entonces El Plateado es una leyenda, que aún asusta a los bebedores incautos.
La marrana sin cabeza
En Tehuixtla es famosa esta leyenda. Ahí se cree (como en distintas partes de Morelos) en los nahuales. Estos seres antiguos son mágicos. Algunos los describen como brujos y tienen el poder de transformarse en animales. Como cualquier sujeto, algunos usan sus habilidades para el bien y otros para hacer maldades.
Se cuenta entonces la historia de un nahual que se transformaba en marrana y se robaba el maíz y los animales de una familia. Un día, por fin, lo agarraron y le cortaron la cabeza. Como murió transformado en marrana, aún deambula decapitado, viendo qué se roba.
Los fantasmas del Jardín Borda
Sobre este precioso recinto histórico, lo que más abunda son cuentos de fantasmas. Lo más aterrador es que están respaldados en su curiosa historia.
Se dice que, por las noches salen seres extraños, con enormes pezuñas. Aves de rapiña rodeaban el lugar y también horribles serpientes aparecían de entre las plantas.
Algunas de sus más famosas leyendas tienen por personaje a los antiguos “emperadores” Maximiliano y Carlota.
Una relata que, en las primeras noches de estos nobles en lo que fuera su casa de descanso, se apareció una momia en el equipaje de la emperatriz. La horrible vendada volaba por las habitaciones soltando carcajadas macabras.
También se dice que el espíritu del antiguo confesor de los franceses aún ronda por el Jardín, guardando los tristes secretos de la célebre pareja.
Una más, preciosamente relatada aquí, narra una historia muy cruel. Maximiliano, enojado con sus criados indígenas, porque no entendían sus órdenes en francés, decidió matar a uno para poner el ejemplo. Lo dejó colgado de un árbol un buen rato. Pero mucho tiempo después el espíritu del indio asesinado se sigue apareciendo, haciendo memoria de las injusticias que su pueblo ha sufrido. Carlota vio la cara del ahorcado varias veces y se piensa que por eso se volvió loca. En sus últimos días, ya lejos de México, hablaba sin cesar con un maniquí vestido de su marido muerto.
El campanario de Ocotepec
Isidro Rosales Vizarro es cronista de este pequeño poblado. Cuenta que los hombres que tocan las campanas de la iglesia en la madrugada tienen contacto con espíritus extraños. Estos les hacen terroríficas travesuras cómo apagarles las luces, cerrarles las puertas y, por supuesto, sacarles un buen susto.