Ocuituco es un pequeño sitio que desborda cultura. Los pobladores de ascendencia olmeca-xicalanca mantienen costumbres prehispánicas y se enorgullecen en su religión mestiza. En este municipio aún se hablan náhuatl y zapoteco (dos de las principales lenguas indígenas de Morelos). La riqueza natural aquí es tremenda y sus bosques son un atractivo central.

Si hay un sitio merecedor de un recinto especial para celebrar cultura e historia local, es Ocuituco. Y por eso hay que conocer el recién inaugurado Museo Comunitario.

El proyecto definitivamente reinventa la idea tradicional de museo, pues está construido junto a la comunidad del municipio. El concepto de “museo comunitario” es precioso y abre preguntas interesantes sobre la función de este tipo de espacios. A diferencia del formato más popular, el museo comunitario dialoga y comunica, no educa.

Existen muchos ejemplos de estos recintos en todo el país y tratan de involucrar a las comunidades de las localidades donde su ubican en el proceso de conservar, difundir e investigar su propio patrimonio cultural. Así, las comunidades tienen la oportunidad de ensamblar su propio museo de acuerdo a sus propios intereses y agenda.

Este formato de museo es abierto y responsivo; es flexible e inclusivo. Sugiere producir conocimiento, no imponerlo. En lugar como Ocuituco, donde la historia es vasta (especialmente porque tuvieron su parte tanto en la Independencia, como en la Revolución) los pobladores tienen preguntas sobre su propia historia e intentan contestarlas en el ejercicio de construir este museo, correlatando su memoria con el trabajo de algunos especialistas.

Así, los pobladores también comparten su saberes con quienes visitan el museo; pues lo que resguardan es tan importante como el conocimiento “especializado”. Esta práctica –exhibirse a uno mismo y los detalles de la identidad– se transforma también un una reflexión; en la posibilidad de ser autocrítico. Al mismo tiempo, esta identidad exhibida se reivindica.