Si no has visitado Zacualpan de Amilpas, te estás perdiendo de uno de los lugares más hermosos de Morelos. El encantador Pueblo con Historia y Tradición tiene mucho que ofrecer. El poblado es bien conocido por albergar el ex convento de la Inmaculada Concepción, una verdadera joya arquitectónica que desafortunadamente no ha estado abierta al público desde el sismo de septiembre en 2017, pues continúa en reparación. Por otro lado y afortunadamente Zacualpan es mucho más que sus edificaciones. Su verdadero valor recae en la calidez de gente que lo habita y los increíbles productos que producen.
Además de los famosos curados de caña, el café orgánico y la miel, los pobladores siembran frutas, hortalizas y maíz. Honestos y apetitosos, sus bienes son exhibidos en el mercado, el centro social de Zacualpan. Decimos honestos porque son frutos que se miran y saben frescos, que desbordan color y aroma, que tienen preciosos defectos; es decir, no parecen figuras de cera.
Y es que el mercado no sólo porque es un espacio de intercambio tradicional que ha sobrevivido por cientos de años (donde aún se practica el trueque) de verdad es el lugar más importante del pueblo. Y depende menos de las estructuras arquitectónicas que del trabajo de la gente.
¡Y qué trabajo! La calidad no sólo es visible, también apela a los demás sentidos. Especialmente al gusto. La comida en Zacualpan está para chuparse los dedos y uno de los mejores lugares para disfrutarla es un modesto rinconcito en una de las esquinas del mercado (específicamente en la esquina de las calles Constitución y Juárez, exactamente aquí). Es en este lugar que encontrarás uno de los mejores puestos de cecina del estado, donde, además, los tenderos asan la carne fresquita al carbón y te la sirven en un espectacular taquito.
El puesto es atendido por una familia, amable y agradable, como se acostumbra en el mercado de Zacualpan. Mientras la señora asa la carne, el señor atiende los pedidos por kilo de cecina y longaniza. Los niños la hacen de meseros. La espera es mínima, el taco llega a la mesa rápidamente. La cecina que despachan es perfecta, sin grasa y con un grosor ideal. Y, por supuesto, no se pasa de salada. La longaniza también está fantástica, no es grasosa y está deliciosamente condimentada, resalta un dulzor muy particular. Las tortillas también están riquísimas. El taco va con cremita (una crema densa, con un potente sabor a leche, realmente buena), nopales, salsa y rábanos. Es un verdadero manjar, que, por cierto, cuesta $15 pesos. Así, con $45 pesos te haces de una comida verdaderamente fantástica, una atención maravillosa, en un escenario perfecto. Sin duda un secreto de locales que hay que compartir.