Sobre la identidad morelense nadie tiene la última palabra. Somos demasiado diversos como para definirnos de una sola forma. Por otro lado sí compartimos un par de cosas con las que casi todos podemos identificarnos. No podría ser de otra manera, pues convivimos en la tierra y su paisaje y nos rigen algunas creencias, costumbres, rituales y tradiciones parecidos.
Algunos de los detalles culturales que nos distinguen son verdaderas virtudes; otros son, sin duda, defectos en los que nos toca ir trabajando; y unos cuantos dependen de cómo te los tomes. Así, es casi nuestra obligación advertirte de algunas cosas que deberías saber antes de hacerte amigo de un morelense.
Si te lo permites y con un poco de suerte, podríamos cambiar tu vida…
Vas a comer mucho y muy rico
Definitivamente cocinamos delicioso y las comidas son un asunto muy importante para nosotros. Forman parte de nuestras celebraciones más importantes y son lo que nos conecta directamente con la propia tierra. Además, nuestra gastronomía se compone de muchas memorias, entre ellas las recetas de nuestros antepasados. Así, prepárate para subir unos kilitos.
Estamos enamorados del campo
A los morelenses nos fascina la naturaleza, el campo y las tradiciones ligadas a estos, porque siempre hemos estado rodeados de vida y sabemos lo importante que es la tierra para la supervivencia. Y es que somos los herederos del mismísimo Zapata…
Vas a aprender a ser feliz con cosas muy sencillas
La infancia en sitios rurales como los pueblos de Morelos se compone de momentos sencillos y preciosos. De juegos en la tierra, con plantas y animales. Así, aprendimos a disfrutar de las pequeñas cosas y aún nos satisfacen siendo adultos. ¿Quién no se siente pleno comiendo un taquito de sal, al lado del comal? ¿O disfrutando el atardecer desde la punta de un cerro?
No le tememos a los bichos
Somos intrépidos y estamos acostumbrados a toda clase de alimañas del campo y del bosque. No le tememos así, al encuentro con los más extraños bichos, serpientes o ganado malhumorado. Somos veteranos cuando se trata de picaduras de alacrán y abeja. Nosotros te salvaremos de esa araña en la regadera.
Somos bien supersticiosos
Sin embargo, nuestra visión de muchos animales y plantas es profundamente simbólica. Lo que sí nos dan pavor son los “monstruos de gila” un reptil que trae malos augurios. También nos asustan los fantasmas y nahuales. Muchos sabemos que las mariposas blancas son de buena suerte y anuncian las lluvias y cuando estamos enfermos nuestra primer sospecha es que “traemos un aire” que solo se cura si nos hacen una limpia con huevo.
Juramos que la mejor versión de muchas cosas es la morelense
Para nosotros no hay discusión: no comemos cecina, esquites o arroz que no estén hechas en nuestra tierra. Vas a tener que adaptarte a nuestras manías.
Nuestros “modales” son muy relajados y no te lo debes tomar personal
Así somos, a parte de molestones, no nos tomamos muy en serio los protocolos sociales comunes: hacemos los propios. No vayas a malinterpretarlo no somos groseros o altaneros. Simplemente prácticos. Por ejemplo, cuando llegamos a una tiendita gritamos “¡Quiero!“: a lo que vamos, no nos molestamos en saludos innecesarios.
Nos encanta la fiesta
Somos muy fiesteros y le entramos con ganas al pulque, a la cerveza y los curados de alcohol de caña. Para todo queremos armarla en grande, con banda tradicional, cohetes a montones y mucho baile. No lo podemos contener y queremos compartirlo. Y si la celebración es religiosa ¡agárrate!
Somos verdaderos guerreros, pero también un poquito necios
Nuestros grandes ídolos fueron grandes guerreros. El mismísimo Caudillo del Sur inspira nuestros actos. Y para representar nuestro espíritu de lucha está el dios Tepoztécatl, valiente, heroico e ingenioso. Nuestro espíritu de lucha y defensa (sobre todo cuando se trata de asuntos de nuestra tierra) se mantiene siempre en alto. Eso también nos hace un poquito necios y te va a tocar lidiar con ello. Pero somos fieles a las causas.
Somos bien sentimentales
El efecto de ser tan aguerridos, es que también somos bien sentimentales. Las causas negativas, las derrotas, la pérdida, nos duelen en el fondo del corazón. Somos melancólicos y apasionados. Sin embargo, sabemos cómo volver a ponernos de pie.