Pocos lugares tan fantásticos como Morelos. Muy querido por sus habitantes, la conexión a la que invita esta tierra es muy peculiar. Y no es para sorprenderse, las artesanías, las tradiciones, la gastronomía, las fiestas, los mitos y leyendas están todos muy ligados al entorno geográfico y a la naturaleza que lo habita.
Los morelenses, aunque no hagamos conciencia al respecto, somos herederos de un vínculo profundo con nuestro territorio, con la tradición de cultivar en él y protegerlo. Al fin y al cabo, nuestro ícono más apreciado es quien inmortalizó la frase “La tierra es de quien la trabaja”.
Y aunque afuera nos tachen de provincianos y hasta lejanos a un extraño ideal de progreso, en Morelos sabemos que esta manera de pensar, esta integración profunda con el ambiente es algo que los demás necesitan aprender. Y aunque parece que somos de un lugar relativamente pequeño, nuestra riqueza cultural e inmensa biodiversidad, parecen contradecirlo. Morelos se siente muy grande.
No te queremos poner nostálgico, pero por qué no inyectar un poco de orgullo donde es bien merecido; así, hagamos un recuento de algunas pruebas contundentes de que creciste aquí.
Tus amigos foráneos piensan que tú y todos los morelenses se conocen
El estado (como muchas provincias mexicanas) tiene fama de chiquito. Así que, si creciste aquí ya estás muy acostumbrado a que los de afuera juren que conoces a su primo o tío que lleva sólo unos años en algún rincón Morelos…
Muchos foráneos asumen que eres de Cuernavaca
La gente piensa que nuestro estado se compone sólo de un par de pueblos y mágicos y de Cuernavaca, así que seguro tú vienes de alguno de estos municipios. Pero tú sabes que Morelos es muchísimo más que eso y, sin importar de dónde vengas, tus tradiciones están profundamente arraigadas y son preciosas.
Estás acostumbrado a que te apliquen la de “es que tú eres de provincia”
Cómo les encanta (especialmente a los compadres de la CDMX) recordarnos que somos de provincia, especialmente porque Morelos está muy ligado a la tradición campesina. Pero, provincia o no tú sabes que somos uno de los lugares más sustentables de México, estamos llenos de espacios culturales y producimos muchísima ciencia…
Te ha picado un alacrán o algún otro bicho curioso
Hay que aceptarlo: la “inmensa biodiversidad” viene con un precio y a todos nos toca pagarlo…
Amas profundamente los tacos acorazados
Entre tanta deliciosa gastronomía morelense, este debe ser el plato que nos une a todos… ¿o no?
A ti no te engañan: si no es de Yecapixtla, no es cecina
Cuando no es de Yecapixtla, Morelos, la cecina parece estar muy salada, muy gruesa, muy desabrida, muy seca… no es cecina, pues y nadie te puede hacer pensar lo contrario.
Sabes que el mejor arroz de México es el de aquí
Porque está comprobado por renombrados chefs mexicanos y porque no en vano tiene denominación de origen. Cada estado tiene lo suyo, sí, pero nuestro arroz es el mejor.
Para saludar en la tiendita dices “Quiero…”
A lo que vas: cuando llegas le anuncias al tendero o tendera que necesitas que se te atienda. A algunos les puede parecer un poquito rudo, pero así es acá.
El brinco del chinelo te causa una emoción indescriptible
Como cualquier local, puede que tengas una relación amor-odio con el carnaval, entre la inmensa cantidad de turistas y otros curiosos inconvenientes que se podrían evitar; pero el brinco del chinelo es intocable y no puedes evitar que te traiga buenos recuerdos.
Los municipios tienen un nombre de cariño y así te refieres a ellos
No dices Cuernavaca, dices “Cuerna”; ni Yautepec, dices “Yaute”. Tepoztlán se llama “Tepoz” y Jiutepec, “Jiute”…
En la escuela te llevaron (y más de una vez) a Xochicalco
y a otros sitios turísticos clásicos, como la pirámide del tepozteco. Ya te los sabes de memoria…
Tienes una predilección muy particular por los balnearios
Y cómo no tenerla, si seguro los has visitado miles de veces; además son refrescantes, sanadores y relajantes…
La frase “sí pues” te resulta la más expresiva y versátil del universo
Es la mejor manera de dar la razón, dejar ir un argumento, expresar neutralidad y decir que sí te quieres comer ese tercer taco acorazado…
Los antojitos de maíz, dulces y salados, son para ti una deliciosa recompensa…
Porque cuando eras niño, un esquite era un premio; un tamal era para celebrar; un tlaxcal era de postre; un flan de elote era la mejor parte de tu día; un atolito era reconfortante; el elote con mayonesa y queso era para cuando acabaras la tarea.
Y, tal vez algunos se acuerdan, de acompañar a su mamá por las tortillas o ayudarle a hacerlas y recibir una calientita, recién salida del comal, enrolladita y con una pisquita de sal…
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